Inúndame

March 20, 2018 | Author: Anonymous | Category: Espiritual
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Inúndame Agapito M artínez Paramio

"Y el cuerpo seguirá estando obligado a hacer la prueba de lo que no puede producir: la completud de otros. El intercambio, la comunicación y por qué no, el amor, surgirán únicamente del duelo de ese espejismo"

El cuerpo hablado. Jean Le Du

PERSONAJES

ÉL. ELLA.

ÉL.- ¿Ahora? ELLA.- Sí ahora. ÉL.- ¿No te ha dolido? ELLA.- M enos. ÉL.- Encajados... sentí como si estuviéramos encajados. ELLA.- Solos en nuestra noche de bodas, yo de rojo... ÉL.- Rojo sangre. ELLA.- Tú negro. Inundándome con tú espuma negra. ÉL.- No me dejes, cuando vengan. ELLA.- No te dejaré. ÉL.- M is músculos se tensaron como un arco, mis piernas se estiraron hasta su límite, en el momento en que salía... que me iba, que me acercaba a ti. 1

ELLA.- Nuestros actos nos delatan. ÉL.- Nos ocultan. ELLA.- Nos descubren. ÉL.- Ni en esos momentos logro desprenderme de sus rostros... tengo que desaparecer para que se borre su imagen...

ELLA.- ¿Desaparecer? ÉL.- Sí, bus car

recursos

que me lleven

lejos...

hiperventilarme.

ELLA.- ¿Cómo? ÉL.- Lo que hicimos, lo llaman hiperventilación... la sangre recibe menos calcio ionizado y el cerebro se altera y se expande... cuando estás apunto, respiras... entonces tú me aprietas la garganta, con fuerza, el aire no puede salir y todo en mí se estremece... las uñas s e colapsan, la corriente me dilata y su electricidad me golpea, me expande hacia fuera.

ELLA.- Dentro. Sin embargo yo t e ret engo dentro. Te atraigo.

ÉL.- Retenme. Atráeme. ELLA.- Yo soy Rea. ÉL.- Y yo... ELLA.- ¿Y tú...? ÉL.- Ni siquiera recuerdo el nombre que me diste. ELLA.- Tú eres Cronos... el tiempo... tu madre Gea te advirtió ya hace infinidad de años que eras hijo de un padre criminal y te pidió venganza por su vergüenza. ÉL.- Y yo le maté... ELLA.- Sí, le mataste con la hoz de afilados dientes... ÉL.- Y con ella corté, en un instante, sus órganos genitales y los arrojé a mis espaldas... y así fue como vinimos a casarnos. ¿No es eso?

ELLA.- Todavía me repugna recordar a nuestros invitados de boda, con s us máscaras retorcidas. M ientras cortaba el pastel, el cuchillo me temblaba de rabia viendo como nos agasajaban con sonrisas espurias.

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ÉL.- No quitaban ojo a tu escote, los muy cerdos. ELLA.- Y ellas no dejaban de segregar espuma mirando tu entrepierna, cuando comías las guindas de la tarta sembradas entre mis muslos.

ÉL.- No fue así... Tú te tumbaste en la arena, y mientras te manoseaban con los ojos, yo cavaba y te cubría...

ELLA.- No... debemos encontrar algo más acorde con nuestros personajes... Nos devoraban, sus oídos no dejaban de contraerse con el susurro que desprendían nuestras ropas ensartadas, con los siseos de nuestros labios, con el s uave rumor de nuestra saliva entremezclándose, confundida en su extraña semejanza.

ÉL.- No hay que exagerar. ELLA.- ¿No? ÉL.- Ciñámonos a lo posible. ELLA.- No me da la gana. M iraban como lamías mi rodilla, lamías la arena, lamías la sangre... y mientras ellos se preparaban para su rito caníbal, nos asfixiaban, nos suprimían al uno por el otro, nos palpaban con sus manos decididas a hacernos morir. Buscando el bocado más suculento para alimentarse, nos molieron a p alos , nos cortaron, nos fornicaron, nos asaron, nos comieron...

ÉL.- ¡Basta, basta! Cierra los ojos. ELLA.- No. Est oy harta de cerrarlos, quiero verlos. El chasco que se llevaron, los caníbales... ahora son todos ellos los que están ahorcados, zarandeados por el viento... carne carcomida y putrefacta en descomposición y el hálito de muerte que se cuela entre sus cuencas vaciadas...

ÉL.- Descansa. ELLA.- Hace frío. ÉL.- De niños queríamos ser fabulosos. ELLA.- No somos nada. ÉL.- Les odio. ELLA.- M í sastre huidizo... yo también les odio... ÉL.- ¿A quién?

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ELLA.- A todos... a los padres que engendran y luego devoran a sus hijos... al amorfo feto que se va formando para sufrir todas las vejaciones a las que le someterán... a Creta entera. ÉL.- M e cuesta seguirte... He estado tanto tiempo fuera. ELLA.- Es fácil. Déjate llevar, como antes cuando estábamos entrelazados en la oscuridad.

ÉL.- Nos castraron, nos dividieron, nos aniquilaron. ELLA.- Nos dieron alas, nos unieron, somos uno. ÉL.- Nos castigaban. M etíamos la pata y ellos ganaban. Sus moscas cagaban sobre nosotros.

ELLA.- A mí sin embargo me dan fuerzas, s igo adelante sacudida por la espes ura. La cólera me gangrena los miembros, pero eso me da más brío. ÉL.- Lo tergiversas. No hay modo de seguirte. ELLA.- Iré más despacio, para que llenes tus huecos. ÉL.- ¿Y sí lo dejamos? ELLA.- No. Este es mi sustento. Lo he ido fabricando en mi mente durante años. Sí me deseas, si quieres complacerme, sígueme. No me defraudes ahora en mitad de la sangre.

ÉL.- Comencemos otra vez nuestra historia. ELLA .- M i sangre es bilis que hace que vomite encima de nuestros invitados la comida del banquete; sus ojos llenos de espanto miran como mis extremidades se enfrían... cojo el cuchillo pastelero y les amenazo, intento agredirles y cuando estoy apunto de rebanarle el pescuezo a alguien...

ÉL.- Yo te detengo. Cojo el cuchillo y en el tumulto que se forma se lo hundo por equivocación a nuestro querido tío...

ELLA.- Antes de expirar te concede el perdón por tu error. ÉL.- Y yo lanzo una larga carcajada, que hace reír a t odos nuestros invitados.

ELLA.- ¡Vaya boda! Ahora es un funeral donde todos ríen. ÉL.- Funeral a ritmo de música japonesa. ELLA.- ¿Japonesa? ¿No hay otra... Griega? 4

ÉL.- No, solo tenemos ésta. ¡Que suene la música! ELLA.- Todos bailan alrededor del muerto. ÉL.- M ás despacio. ELLA.- ¿Así? ÉL.- Sí, así. ELLA.- No te muevas... vuelve a pasarme la mano por el pecho.

ÉL.- Que se atraganten con el pastel envenenado. ELLA.- Eso es, tu brazo alrededor de mi cint ura, como si siempre lo hubiera hecho así.

ÉL.- Tus labios fríos, tu nuca, tu cuello rojo... me hacen ir más deprisa.

ELLA.- Despacio. ÉL.- Son brasas. M e parten. No puedo más. ELLA.- Quiero que te vacíes sobre mis párpados. Les borraré.

ÉL.- Desaparecerán. Sus máscaras dejaran de mirarnos. ELLA.- Nuestra semejanza les atormenta. ÉL.- Les aterra. ELLA.- Nos oculta. ÉL.- Nos descubre. ELLA.- Destrózame. ÉL.- Entra. ELLA.- Estréchate. (Llaman a la puerta.)

ELLA.- ¿Serán ellos? ÉL.- Ya se alejan sus pasos. ELLA.- ¡Qué se pudran, no les abriremos nunca!. 5

ÉL.- Volverán. Hay que asegurarse que no puedan entrar. ELLA.- No podrán. Todo está cerrado; ventanas, puertas, los huecos de ventilación, todo... yo misma lo comprobé ... ÉL.- ¿Y la rejilla de la alcantarilla? ELLA.- M oví los troncos de madera y los puse encima... es imposible introducirse por ahí.

ÉL.- ¿Fue así cómo te hiciste sangre? ELLA.- No. M e lo hice con el muerto. ÉL.- Parece que la sangre nos persigue. Cada vez huele peor... las goteras... la atmósfera esta cargada de humedad... y ese olor dulzón que me marea...

ELLA.- A mí me gusta, es el perfume de mi venganza. ÉL.- Aguas estancadas, canales que nunca limpian... es extraña esta ciudad, instalada en medio de un inmenso lodazal... No recordaba el frío de esta casa... hasta ahora no lo había sentido... se mete hasta los huesos... me cala... ¿Cómo has podido vivir aquí durante tantos años?

ELLA.- Encerrada... entre el negro de estas paredes tan solo mis ojos se han resentido... años sentada en la oscuridad, viendo pasar las horas , negras como los días... llenando el vacío con imágenes chorreantes de odio... con aves del paraíso saciándose de sangre, con leones que vomitan sus entrañas y las devoran de nuevo, con niñas de Creta que en su boda rebanan el cuello de sus invitados hasta teñir su vestido de rojo...

ÉL.- ¿Fue con éstas tijeras ? ELLA.- ¿Qué...? ÉL.- Con las que le mataste... ELLA.- Sí. ÉL.- Todavía hay gotas en sus hojas... ELLA.- Burbujas... son burbujas. ÉL.- La sangre parece no irse. ELLA.- Tijera, yo te festejo... el color rojo de tus actos dejan frías mis palabras.

ÉL.- Yo te ayudé. Soy tan culpable como tú. 6

ELLA.- ¿Culpable?... desde su muerte duermo mejor, sin preocupaciones, como una niña sin heridas... deseando el festín de la vida. ÉL.- No puedo quitarme de la cabeza su rostro ensangrentado.

ELLA.- Sin embargo eso pareció darte alas... con que furor te has lanzado a hacer el amor... ¿O fue para olvidar por lo qué te entregaste a mí?. ÉL.- No... no lo se. ELLA.- ¿Te arrepientes? ÉL.- Todo va demasiado deprisa... es como un sueño espeso del que uno no sabe bien sus consecuencias...

ELLA.- Ven. Recuéstate. Yo lavaré tus manos... no vayas a pensar que eres M acbeth...

ÉL.- Que agradable... agua fría... ELLA.- M oja tus dedos. ÉL.- En ti. ELLA.- ¿Desde cuándo escupes sangre? ÉL.- Hace meses. ELLA.- ¿Por eso volviste? ÉL.- ¿No me crees? Cuando estaba dentro de ti, acariciando las paredes de tu interior, te dije que volví por ti...

ELLA.- M i dulce mortificado... yo te ayudaré a atravesar el umbral... no te preocupes, lejos, muy lejos de aquí te llevará mi vuelo...

ÉL.- Ahora viene el cansancio... me duele todo el cuerpo. ELLA.- Descansa. ÉL.- M e caigo, sujétame... siento vértigo al mirar dentro... en mi interior... todos los engaños de este mundo no son nada en comparación al que uno comet e consigo mismo... nada... la enfermedad me ha hecho más sincero, desvelo lo que trataba de desterrar... cuando se esta enfermo no se tienen armas... el interior deshilachado se cuestiona todo, se abandona hasta el deseo de poder... solo vértigo, sombra, ese adversario invisible que nos ha herido... ¿sabes?, continuamente me 7

pregunto por la verdadera causa de mi enfermedad... interior... toda enfermedad es interior... ¿qué ha generado mi propio deseo de aniquilación?... sí, aniquilación en mi interior...

ELLA.- Toma tus medicinas. ÉL.- Tú sin embargo ... ELLA.- M e he endurecido ¿no?. ÉL.- Cuando me marché no eras así... Fue hace tanto tiempo. ELLA.- No fue hace tanto. He sobrevivido creando aquí mi mundo.... me hice fuerte, mant eniendo vivos mis sueños, escenificándolos, llenándolos de detalles, personajes, aromas. Las paredes negras dejaron paso a mis sueños y así mi herida se hizo menos dolorosa.

ÉL.- ¿El último refugio?... ¿no quieres mirar de frente la realidad?.

ELLA .- P ara lo que sirve. Prefiero mirar la negrura de mi cuarto, imaginar profundos sueños y humedecerme en mis fantasías. ÉL.- Nadie nos quiere.

ELLA.- Nos queremos nosotros, nos ahogamos en nuestros besos... durante tantos años he ansiado, en las letrinas, en el fregadero, tu encuentro... mojada hasta llenarme, fabricaba mi jugo, me bañaba en él. Qué nos importa el mundo y sus asuntos, el mundo son nuestros labios juntos.

ÉL.- Nuestros labios... juntos... nos separaron... cuando salí de aquí, yo todavía era un niño, ¿te acuerdas?

ELLA.- Como si fuera ayer. ÉL.- Yo quería ser grande, tenia demasiada ambición, aunque me faltaba el odio que debe acompañarla... tuve que irme lejos para descubrir que no se puede seguir sin que la parte que te falta se gangrene y comience la infección del resto del cuerpo... tenia trece años, como tú, y me lanzaba al aire, me zambullía en el tobogán a cien por hora, en el delirio sonreía a la hierba... nos s epararon y la violencia que sentía me impulso aun más a triunfar... separados y triunfar... es una lógica que se enfrenta, enferma... el tiempo me fue llenando de heridas, de sombras... me arrancaron todo, lo que tenía y lo que anhelaba, me arrancaron hasta mi sexo... separados y triunfar... el interior deshilachado... me dieron besos s in haberlos pedido, fui el bribón presuntuoso, el asco de un 8

vómito, el lacayo invertido, el sin nervios, el papamoscas, el pateado, el despreciable, el sodomiz ado, el solo-culo, el engreído eructado, el mago sin don...

ELLA.- ¡Aférrate a mí! Deja que lama tus heridas. ÉL.- No. Te contagiarás. ELLA.- Ya estoy contagiada. ÉL.- ¿Vuelves? ¿Entras? ELLA.- Lengüeteo tu herida abierta. ÉL.- Ya nada será como antes. ELLA.- ¿Te aterra? ÉL.- No... hicimos lo que debíamos. ELLA.- Era necesario. Respiro p or primera vez. No me importa. F uera está el mundo que destila mensajes, significados, propósitos declarados, reglas impuestas, esperanzas anuladas, incertidumbre, miedo. Fuera todos estamos perfectamente vestidos, aunque sin tener a donde ir. Dentro está nuestro mundo. Sin castigo. Dentro nuestro juego alivia nuestro mal, es cuchamos nuestras voces y hablamos con ellas porque sabemos que no hay espíritus que evocar solo sueños que duran siempre. ÉL.- Nos mutilan. ELLA.- Nos dan fuerzas. ÉL.- Quieren eliminar nuestro deseo... ELLA.- Desviarlo... ÉL.- Vuelve tu rostro. M e das miedo... ELLA.- No lo pueden destruir... ÉL.- M e cansas... ELLA.- Nos obligan a buscar maneras ocultas... ÉL.- Te saboreo. ELLA.- Renacemos. Con nuestros gestos desesperados llenamos el hueco que nos dejan vacío... imaginamos, volamos, vomitamos, cometemos crímenes en beneficio de la humanidad...

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ÉL.- ¿Qué es eso?. ELLA.- No lo recuerdas. ÉL.- Es el rompecabezas de madera con el que jugábamos de niños...

ELLA.- En el sótano, rodeados de los maniquíes rotos que utilizaba él.

ÉL.- Con olor a polvo y a podrido... ELLA.- Los dos sufrimos lo mismo, éramos huérfanos... ÉL.- Por la noche nos leía pasajes interminables de la Biblia y luego en la oscuridad tú venias a mi cama...

ELLA.- Y allí, con nuestro calor, inventábamos personajes que cometían todo tipo de sacrilegios contra aquellos estúpidos que se regían por un Dios inexistente con el único fin de mortificarnos...

ÉL.- De hacernos bostezar... ELLA.- Tragábamos todas esa historias esperando el día en que los personajes que íbamos creando, Cronos, Rea... ¿t e acuerdas?...

ÉL.- Sí. ELLA.- Tomaran suficiente fuerza, se hicieran cuerpo y nos vengaran.

ÉL.- ¿Por qué le odiábamos tanto?. ELLA.- ¿Por qué? Nos obligaba a coser durante todo el día para acabar los encargos. Aborrezco el hilo, la aguja, los retales, las tijeras... solo los maniquíes del sótano me han acompañado...

ÉL.- A mí sin embargo me ha servido... coser, hilvanar, pespuntear... ahora parecer un juego de palabras sin ningún significado... tan lejos queda...

ELLA.- M ira mis manos . Están llenas de cortes... detesto tanto este oficio imp ues t o que me resulta imposible hacer nada sin cortarme. Años cosiendo para los demás, remendando sucios calzoncillos, zurciendo encajes, calando los hilos que luego lucirán las señoras en sus fiestas... años. Cuanta sangre he derramado carcomida por es t e oficio detestable.

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ÉL.- Hemos cambiado. ELLA.- No, solo en la superficie, el espejo solo muestra lo evident e, es una vulgar mentira. M entira de la imagen, yo reniego de ella... es solo la piel de la apariencia... ÉL.- El revestimiento del dolor... he acabado hundiéndome... deshilachado...

ELLA.- Cuando te fuiste yo quede enterrada. La tierra me cubría como si fuese un cadáver en descomposición...

ÉL.- Fue en los canales... rodeados de agua... ELLA .- Yo me alimenté durante años evocando mis imágenes; y tú no recuerdas.

ÉL.- Tengo grabado el momento de nuestra separación... estaba nublado... o llovía ligeramente... tú estabas aprisionada en sus brazos, quieta, no te debatías... yo me deslizaba en la barca sobre las aguas... te perdí con la mirada, a lo lejos... entre las brumas...

ELLA.- M uy bonito... Aquel día lucía un sol pegajoso, los dos sudábamos, mientras él hacia tú maleta. Luego me encerró con llave y te acompañó en barca a la estación. ¿No recordarás lo que pasó unos días antes?

ÉL.- ¿En el sótano? ELLA.- Sí. ÉL.- Desnudos frente al espejo. ELLA.- Iguales y diferentes. ÉL.- Nos reconocimos... fue como ver surgir del espejo el rostro de lo que éramos...

ELLA.- Bajamos juntos por el torbellino... ÉL.- Revivimos salvajes... ELLA.- Dejamos de ocultarnos. ÉL.- Descubrimos lo que ya sabíamos. ELLA.- Un desbordamiento... ÉL.- Un trastorno... embriagados de besos. ELLA.- Con un rechinar de dientes nos es t rujamos, nos fundimos, nos martilleamos... 11

ÉL.- Llenos de espuma, amarrados. ELLA.- Éramos fabulosos... Luego, él lo adivinó. ÉL.- Entonces fuimos obscenos, impúdicos... ELLA.- Sorprendidos, avergonzados, sellados con la culpa, la tierra sintió la herida...

ÉL.- Nos separaron. ELLA.- Exiliados. ÉL.- Arrancados. ELLA.- Nuestra semejanza les espantaba. ÉL.- Estoy tan fatigado... ELLA.- Cierra los ojos... ÉL.- Bésame... ELLA.- Te beso. Deja salir el olor fúnebre de lo prohibido... mi agua te recorre, inunda tu cuerpo y se mete en él como un fluido... estas lejos y yo contigo...

ÉL.- Tu voz tierna... el sótano lleno de polvo... ELLA.- Era nuestra nebulosa, nuestro lupanar... ÉL.- Lujuria... era bestial, rugiente, insaciable lujuria... ELLA.- Desobediente... la lujuria es la enemiga de los edificadores de imperios.

ÉL.- Nos refugiamos. Fuera estaba el mundo, lo contrario de lo que nos llenaba... No tenemos vocación de vivir

ELLA.- Al contrario estamos preñados de ansias de vida, como ahora... el deseo florece de nuevo, rompiendo la artificial continuidad del tiempo... se rompen los relojes para volver a nuestra lascivia de piel y sudor... estamos rotos, plenos, hinchados de deseo.

ÉL.- M e duermo. Apriétame la garganta. ELLA.- ¿Así? ÉL.- M ás fuerte... ¡Para!... Cuando lo dejas se siente aun más dolor que antes...

ELLA.- No quería hacerte daño. 12

ÉL.- Si pudiera librarme de esta sensación de estar soñando... sin rumbo.. todo resbala sobre la bruma hasta morir de penuria, por exceso... me caigo... ya esta aquí... mi vértigo... me quedo solo... aplastado sobre mi...

ELLA.- ¿Estas despierto?. ÉL.- Sí. ELLA.- Abre los ojos, todavía no es el momento de dormir. ÉL.- Estoy tan cansado que me olvido... ELLA.- Debemos respetar lo pactado y seguir hasta el final. ÉL.- Hasta el final... ELLA.- ¿Tienes miedo?. ÉL.- Sí. ELLA.- Como un niño, solo los niños tienen miedo de los dormidos y los muertos... ÉL.- No puedo olvidar s u rostro, aunque deseara verlo muerto... ¿por qué algunas imágenes, de las que desearíamos desprendernos, son tan claras ... tan hirientes... y otras sin embargo, que nos mecen con su calor, están tan lejanas?

ELLA.- Tienes que olvidar. ÉL.- ¿Crees que él nos oye? ELLA.- Tienes fiebre. ÉL.- ¿Estarán fuera, en la humedad de los canales, rodeando la casa?...

ELLA.- Probablemente. Yo los he borrado de mi existencia. ÉL.- Pasea tus dedos por mi nuca... ELLA.- Con mi boca, no con mis dedos. ÉL.- Está caliente. ELLA.- Son mis labios negros de anhelo. Te contaré una historia...

ÉL.- No, ahora no... M uérdeme. ELLA.- ¿Te duele?.

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ÉL.- Cómeme... más

fuerte.

Trágame...

Golpéame.

¡Golpéame!

ELLA.- Enciérrame en ti. ÉL.- Échate en mis brazos... que rápido se destruye todo... no, no voy a seguir con los párpados cerrados... me levantaré...

ELLA.- ¡Cuidado! ÉL.- Desde que me marché he estado cavando un hoyo y ahora quiero mirar dentro... es mi hoyo, tengo derecho... tiene derecho, ese muñeco retorcido y gastado del espejo, a dejar salir lo que le pudre...

ELLA.- Cálmate, hasta que el recuerdo deje de perseguirte. ÉL.- ¿Y eso cuándo será?. Estoy cansado de esperar y no hay tiempo... ahora... me siento como un lisiado que cae por las escaleras al olvidarse que no puede moverse... no sabes nada de mis años lejos de aquí...

ELLA.- M e dan igual... Dime. ÉL.- M e marché, tratando de alejarme, pero siempre estabas en mi cabeza... ¿dónde meterme?... un vulgar sastrecillo... que solo sabe rematar los agujeros de los señores... así que seguí mi oficio... me gané la vida a pulso... deshilvanándome... entre los árboles y arbustos del parque... después de tragar toda aquella mierda no podía pasarme nada... iba al parque todos los días, al obscurecer... estaba solo, buscaba compañía, sacaba dinero a cambio, pero eso era lo de menos... gozábamos como monstruos contra natura, deformes de los que todos se compadecían, perdidos en nuestros cuerpos, sin amor, con desesperación... ganaba dinero con mi culo... es un don, o eres capaz o no, a mi me gusta... no los más guapos, ni los más finos, ni los ricos... me gusta por un placer extraño y escondido que no puedo entender, pero al que obedezco... no me mires así, cada cual obedece a una fuerza... la mía es esa... pero al final todos se convertían en clientes y yo era un vulgar chapero... no entendían lo que deseaba... pero que más da... solo era un remendador que zurcía los huecos de dolor de los otros... sin sentir placer, sin pedir nada a cambio... rodeados de muerte en la diversión... allí siempre estabas tú, rodeada de canales, con la pestilencia del agua sucia llenando todo, salvo tu imagen... el perfume de tu piel, el amargo sabor de tu saliva... sólo en los breves momentos de delirio me perdía, iba hacia ti... quería olvidarte, durante años... y cada vez me acercaba más a ti, en el dolor de la lejanía... te sust it uía, te anhelaba... ya sabes esos cuentos de yo soy tú, tú eres yo... 14

¿suena cursi verdad?...

ELLA.- No. ÉL.- Las palabras se resisten... hay que iluminarlas... pensamos lo que nos han enseñado y eso nos traiciona... unos enfermos de atractiva apariencia nos gobiernan y nos dan sus dones... nos bendicen con su imbecilidad... nos inseminan con ella... no se puede expresar mi odio... mi amor... tan poco se puede callar... me atenazaba... las imágenes pasaban por mí, mientras detrás jadeaban... la música de sus abrazos me hacia sentir bello... desnudo... vivo en un temblor de tierra... se hundían en mi, pero no entraban... segundos después todo acababa y me podía ver de nuevo... todo explotaba, allí estaba él y yo, cada vez uno distinto, ¿cuánto tiempo podía aguantar aquella tortura, aquel huir agradando?... tenia que volver aquí... a ti...

ELLA.- ¿Pero por qué todo eso?. ÉL.- ¿Por qué?... no lo se... me hundía, cada vez más... sabes lo que es follar con un ser grasiento, de carnes flácidas, nariz colorada... te vas dando cuenta de que no es solo la edad la que le ha convertido en eso... el matrimonio, el trabajo, los hijos... se abalanza sobre ti como una hiena, ruge, bufa, resopla, empuja, suda... desea el cielo, el polvo de su vida, que le trastoque, otro, otro más... p ero se corre en dos minutos... una pena... después viene la frustración, siente miedo, el miedo de buscarse líos, la mujer, los hijos, que el mundo se entere que es marica... su verdadera vida le cae encima... maricón, una debilidad... está seguro que nunca volverá a hacerlo... un desliz... no, nunca más... no piensa en que mañana volverá a necesitar hacerlo, irse, correrse, tener un leve sueño al que agarrarse... aunque tú s eas escoria... nada... le has besado, le has permitido lo que no puede permitirse, lo p rohibido y estas allí solo, acorralado, sin nada... como un vulgar maricón... estúpidos, ¿cómo puede uno follar de verdad, una o dos veces en su vida... tan sólo diez minutos... sin darse cuenta que el otro esta lejos, soñando con otra cosa?... creen que pagándote ya están libres de darse... zúrceme, sastrecillo, es tu oficio...

ELLA.- Se razonable. Es la fiebre... ÉL.- M i enfermedad... la busque... cada paso que daba me hundía más en la humillación... la vida es un camino de desengaño que te hace capaz de soportar tu s ombra... mi enfermedad, mi espejo, me ayuda... ELLA.- Tienes las orejas pequeñas, como yo, diles palabras 15

sensatas, no hay que empezar por odiarse...

ÉL.- Estoy perdido... perdido en el mar enorme de mi vida... os curo mar... vengo a recuperar los detalles de mi primera naturaleza... cansado de vivir, con la muerte en los bolsillos... soy como un juguete del flujo y del reflujo, acosado por una tempestad de oscuras asechanzas...

ELLA.- Calla. M iénteme... cuéntame una historia... ÉL.- No se... ese es tu juego... ELLA.- ¿Sabes la historia de...? ¿me sigues? ÉL.- Te sigo. ELLA.- Vinimos así a casarnos, hermanos, Cronos y yo, Rea... que espléndida ceremonia...

ÉL.- Encarnado... eso ya lo hemos encarnado. ELLA.- Estas punt illoso. Seguimos más adelante. En otro trazo. El oráculo había profetizado que uno de nuestros hijos...

ÉL.- Nuestros hijos. ELLA.- Sería el que te llenaría de dolor y... ¿desde entonces?...

ÉL.- Los devoraba a medida que nacían... ELLA.- Yo engendraba en la oscuridad de mi cuarto... ÉL.- Yo devoraba... ELLA.- Como una maquina engrasada; engendrar, devorar... ÉL.- Engendrar, devorar... ELLA.- Salvé al menor de nuestros hijos. Te di a comer una piedra negra envuelta en pañales...

ÉL.- Sonreí de dolor, sin dientes... ELLA.- M ás tarde, años después, te preparé un brebaje que aflojara tu vientre...

ÉL.- ¡Qué nauseas!... vomité los cinco hijos devorados... ELLA.- Exhausto... ÉL.- Retorcido... plegado contra mi mismo... para no hacerme daño... 16

ELLA.- Qué encogimiento. ÉL.- ¡Apláneme!

(Llaman a la puerta con insistencia.)

ÉL.- Nos van a detener. ELLA.- Probablemente. ÉL.- Nos condenarán. ELLA.- Sí, nos coronarán con flores, con amatistas que acompañen nuestra gloria violeta...

ÉL.- Yo, tu cómplice, te seguiré.. detrás de ti... con los ojos cosidos para no mirar atrás...

ELLA.- Nuestro único pecado es habernos separado, haber dejado que nos desmembraran...

ÉL.- Somos diferentes... ELLA.- Somos hermanos. ÉL.- Por eso nunca nos perdonarán. ELLA.- ¿Te asusta qué tus actos sean igual que tu deseo?... vivir ante ti como un cobarde... soñar sin atreverse a realizar, desear sin actuar.

ÉL.- Estoy tan cansado... me agoto... ELLA.- No flaquees... ÉL.- Ya sabes qué hacer... átame... tira de mi... ¡fuerte!... ya no quiero dormirme hasta el final...

ELLA.- M i cuerpo contra el tuyo, estrechándose en una sola hendidura.

ÉL.- El calor que me recorre juega al es condite en mis entrañas.

ELLA.- Quieres ser grande, sin saber que para ello debes inundarte de odio... lo que despierta con el mal, con el se fortalece. Debes jugar sucio, vaciándote... Somos la escoria ¿y qué?. Hemos matado, bien, lo volveríamos a hacer... así nos alimentamos...

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ÉL.- Como hermanos... los destruimos. ELLA.- Llenamos de brío nuestros deseos, para volvernos puros, inmaculados, como cuando éramos niños...

ÉL.- Iguales... ELLA.- Nos han arrancado, nos han mutilado... ÉL.- Pero ahora estamos juntos... definitivamente... ELLA.- Esta es nuestra fiesta, coronados de amatistas. Deja de cebar fantasías que tendrían que haber muerto con el que las provoca... ahora es solo un cadáver... somos libres para actuar... su muerte, por deseada, debe festejarse...

ÉL.- Coronados... ELLA.- ¿Has recobrado la voz? Renaces ÉL.- Sí, comienzo a levantarme. ELLA.- Sales de tu sop or. Somos reyes con un linaje a la inversa, reyes instalados en un trono que gobierna esa casta majestuosa de los excluidos.

ÉL.- Así superamos nuestra aflicción... ELLA.- El infortunio es nuestra elección, nos ennoblece, convierte nuestro desastre en gloria...

ÉL.- Degradados, envilecidos, somos dioses deshojados lanzados contra el acantilado del placer... con la misma voz, con la misma pena... para mi la palabra muert e es solo el anticipo de un augurio, pero para ti, que tienes la vida entera...

ELLA.- La tengo, sí, estoy repleta de ella. Lejos ya se que no hay nada, es un consuelo, y no se puede tener miedo a nada...

ÉL.- ¿Será demasiado tarde para volver a respirar con fuerza?

ELLA.- Nunca es demasiado tarde, solo hay que cerrar las puertas y permanecer agazapados al calor de nuestros sueños, yo lo he hecho, durante años... renacer en la oscuridad, iluminarla. Recogidos. Apretados contra el hueco húmedo excavado en la pared.

ÉL.- Pero ellos no nos dejarán. ELLA.- No hay otra salida... 18

ÉL.- Huele al podrido dulzón de... ELLA.- Dilo, de cadáver. ÉL.- La sangre no deja de fluir. ELLA.- Figuraciones. ÉL.- M ira. ELLA.- No es nada comparado con la sangre que he derramado, durante años, hilando, tejiendo los hilos de mi desesperación... ahora estamos en paz... todo mi cuerpo esta lleno, he vertido fuera todo el odio que me pudría. M is fluidos limpios, sin hiel, deseando que los vuelvas a beber, que te sacies de sus esencias depuradas... no, no estamos en paz... estas tijeras tan solo han cerrado una herida abriendo otra... he matado a quien arrebató mis días venideros... al usurpador de mis noches... a quien me dio la vida... a mi padre... a nuestro padre... ya nunca vera el sol de la mañana... dejará de enseñar al mundo su rostro falso, familiar, su aliento turbio... el aliento que me tragaba por las noches, entre susurros... s u veneno ha hecho efecto inundándome de fuerza...

ÉL.- Es horrible. No sabía... ELLA.- No hay nada que saber. Solo esperaba un gesto... un signo para ejecutar mi voz... cuando te vi entrar, fue hace solo tres días y parece una eternidad... t ant o lo he deseado... cuando te vi entrar, supe que era mi hora... con la fuerza que me dan los años de amargura, esperé el momento oportuno... antes que sus celos volvieran a separarnos... sin saber como, tenia en mis manos las tijeras... sus tijeras de cortar retales y telas... sentí como se perforaba su garganta y hundí el filo con ligereza, con la inconsciencia con la que s e canta, sin intención... oí burbujas... burbujas... su cráneo crujió al caer, con un sonido delicado... pensé que matar no podía ser tan poca cosa... tanto tiempo planeándolo y ahora eso... nada... tan escasa recompensa, ¿quién se estaba riendo de mí?... exploté por todas partes, me ahogaba... sentía su sexo dentro de mi... como si fuera una más de las noches oscuras en las que me visitaba... como s i fuese una de las historias que yo me invent aba para aguantar el dolor que me producía... me ensañé, hundí una y otra vez el filo ensangrentado en su cuerpo... ya no había tijeras en mis manos... yo gritaba... su garganta explotaba... la sangre salpicaba las paredes, el suelo, las sábanas... yo besaba la herida de su garganta y bebía su sangre, mi sangre, entraba en mis entrañas... y él aún saltaba, se arqueaba, temblaba como yo... entonces le miré, estaba con 19

los brazos en cruz, ni siquiera se sujetó la garganta, me tenía a mí... y luego el leve sonido de su estertor... una burbuja de sangre en mi muñeca era la única señal... la desbarate con mi lengua... le cerré los ojos para que no viera las imágenes que me atormentaban... miré al último rincón de la tierra... pero nadie pareció darse cuenta de la diferencia... un antes y un después... nada... nadie lo lamentó... sólo nosotros, los que le quitamos la vida...

ÉL.- Tú también tienes fiebre. ELLA.- Contagiados. (Llaman a la puerta machaconamente.)

ELLA.- ¡Esperar un momento cuervos sin gaznate!... un momento de alivio para nuestro sueño.

ÉL.- Estamos enfermos. ELLA.- Para ellos... escoria. ÉL.- Los enfermos reclaman su muerte por eso hay que ayudarlos... pese a ellos mismos hay que ayudarlos... ELLA.- Toma... bebe. ÉL.- Tiene un sabor amargo como... ELLA.- No lo digas. ÉL.- ¿Tú también bebes? ELLA.- De tus labios. ÉL.- Descansa. ELLA.- Hace frío. ÉL.- Escucha... música japonesa... ELLA.- Cuando entren nos encontrarán dormidos... ÉL.- Sígueme. ELLA.- M e dejo llevar. ÉL.- Ahora es el momento de los detalles...

ELLA.- ¿Dónde estábamos? 20

ÉL.- Llegando a casa... tengo hambre... ELLA.- Tienes hambre... te pones a coser la ropa del niño que va a nacer... ÉL.- Le llevo dentro hace tres noches y tiemblo perturbada temiendo el día en que lo devores...

ELLA.- Años de hambre, falta de carne. ÉL.- Años con viento en nuestros brazos. ELLA.- Los canales golpean al fondo su disonancia de agua turbia, la mar revuelta en su refulgir.

ÉL.- Una plenitud. Un rayo de sol después de un cataclismo. ELLA.- Nos perdemos. ÉL.- No importa. ELLA.- Te acercas a mí, el implacable devorador de hijos... ÉL.- Te pruebo una túnica... y recorto con las tijeras el tejido sobrante... lo ajusto a ti...

ELLA.- Sabemos lo que nos aguarda... lo ha presagiado el oráculo...

ÉL.- Y pese a todo, esa noche somos indiferentes al destino... ELLA.- Como pobres actores que consumen su turno sobre el escenario para jamás volver a ser oídos...

ÉL.- Volvemos a perdernos... hurgamos. ELLA.- Esta noche dormiremos ceñidos. ÉL.- Indiferentes a los demás... ELLA.- Sin miedo al porvenir... ÉL.- Tragándolo. ELLA.- Nos dejamos llevar... ÉL.- Auscultamos el silencio. ELLA.- ¿Sueñas? ÉL.- Aprendo. ELLA.- Pon tu pierna sobre la mía.

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ÉL.- Bésame. M uerde mi piel para entrar dent ro de mí. Poséeme...

ELLA.- Tus cabellos son mis dedos, bajo tu falda se esconde asombrado mi corazón.

ÉL.- Esta noche me siento intranquila, hinchada, deseosa de sudor, tocar y ser tocada, chupar y lamer, ser penetrada, inundada para vaciarme definitivamente hasta quitarme el dolor que me llena, el peso que no me deja moverme.

ELLA.- Arderemos hasta consumirnos... ¿no oyes batir las alas... no ves las cenizas que no dejan huellas? Viviremos solitarios, con rastros de ceniza en los ojos...

ÉL.- Rompe mis miembros. Recomponme. ELLA.- Nos castraron, nos dividieron, nos aniquilaron. ÉL.- Nos dieron alas, nos unieron, somos uno. ELLA.- Dejarán de mirarnos. ÉL.- Nuestra semejanza les atormenta. ELLA.- Les aterra. ÉL.- Nos oculta. ELLA.- Nos descubre. ÉL.- Destrózame. ELLA.- Entra. ÉL.- Estréchate. ELLA.- ¿Sientes como el veneno recorre las venas ? ÉL.- Agárrate a mí... quiero chillar de felicidad... ELLA.- Se extingue la luz. ÉL.- Nos iluminaremos con palabras. ELLA.- Enraizados con nuestros cuerpos. ÉL.- Te imaginas... ELLA.- Imagino... un grupo durmiendo juntos... unos al lado de los otros, mezclando su olores, sus cuerpos entrelazados en el sueño... y nosotros allí, haciendo el amor junto a ellos... 22

ÉL.- Imagina que caemos dormidos mientras oímos, vagamente distantes, susurros de placer... una leve sonrisa, un gemido de satisfacción...

ELLA.- El accidental roce de una mano contra mi espalda... ÉL.- M ientras duermes eternamente... ELLA.- Nos llenamos... ofrecemos nuestra piel... ÉL.- Entra en mí. ELLA.- Estoy en ti. ÉL.- ¿Vuelves? ELLA.- Estas en mí. ÉL.- M uévete. ELLA.- M e agoto... aprieta mi garganta... ¡más fuerte!... no te detengas...

ÉL.- ¿Vamos?. ELLA.- Vamos. ÉL.- Entonces... inúndame... (La puerta, derribada con gran estruendo, deja paso a la luz que viene de fuera.)

"¡Mi niña, mi hermana, piensa en la dulzura de ir a vivir juntos, lejos! ¡Amar a placer, amar y morir en un país a ti parecido!"

Invitación al viaje Baudelaire

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